- Hola, buenas noches –
Se escuchó una voz mística (como de un hombre viejo) que rodeaba la noche y que con su profundidad hipnotizaba a las estrellas; - Hola, buenas noches – volvió a decir, mientras que aquel chico se acercaba con pasos silenciosos al faro parpadeante a un lado de aquella iglesia triste. – ¿Quién eres tu? - dijo tiritando levemente bajo la luz moteada y el cantar del silencio; a veces escaso. –Buenas noches – volvió a decir el cielo negro, la luz nocturna, el aire seco y la iglesia sola.
-Buenas noches- dijo al fin el chico desconcertado. – Muy buenas noches – escuchó él, justamente cuando los grillos se encerraban en una escoba a cantar. El chico preguntó con voz somnolienta -¿Quién eres tú?- La voz dijo: - No, no es así; es: “¿Quién es usted?” -. Bajo el campanario de la torre de la iglesia el chico se reclinaba en aquel faro; era raro pues no veía nada, no pasaba nada, no decía nada; solo…
- ¿Esperas? – se escucho de nuevo alrededor.
- Sí, así es- dijo el chico.
- Y ¿A quién esperas?- dijo nuevamente, el cielo negro, la estrella sola, y el silencio intenso. Allá, más allá de la iglesia donde la luz casi no golpeaba nada; una reja de alambre había: de izquierda a derecha, de un lado a otro y en ella los grillos que cantaban.
- ¿A quién esperas?- volvió a repetir aquella misteriosa voz sin rostro ni eco.
- Mi amor-
- ¿Tu… amor? ¿No lo tienes contigo? ¿No te dieron amor de niño?
- No, no es ese amor, es… alguien mas – dijo aquel chico mientras se cobijaban con la luz y se abrazaba con los brazos.
-¿Quién es usted?- dijo el chico. No se escucho nada, ni los grillos, ni la escoba, ni la luna ahogada; -¿Y dónde esta esa persona?- volvió la voz depuse de un rato;
-Lo último que lo voy decir es que regresaría, que donde sea que yo estuviera él vendría por mí-
-Como cuando el ultimo hombre como tu llego aquí; lo vi nacer, lo vi morir, lo vi quedarse años negándose a mi ayuda, negando la muerte y negando la vida; se quedó esperando y esperando a aquella persona… pero esta jamás llegó… y después, se volvió loco y se desvaneció poco a poco, hasta volverse no más que unos cuantos granos de arena que se fueron con el viento.- dijo la voz, que comenzó a centrase en la torre del campanario de aquella iglesia sola; la luna aun veía atenta como el chico buscaba entre la oscuridad aquella voz-
-¡No esta ahí…!- susurro la dulce voz de la luna que pronto se escondió entre una nube gris; - Crees que soy una voz impertinente, pero lo he visto más de una vez – El chico centró la mirada en la torre; la luna se ocultaba, el grillo afinaba, y aquella voz solo preguntaba.
-¡No tengo que…!- dijo el chico mientras desdoblaba los brazos; -Pues ve, vete, y búscalo por ti mismo – lo interrumpió aquella voz.
El chico se dio la vuelta y desapareció de la tenue y parpadeante luz, la voz tosió un poco y por un par de minutos no paso nada: ni el grillo tocaba, ni le voz hablaba ni retumbaba, ni aquella escoba de ramas existía; solo la iglesia lucia al lado del faro que tosía luz.
Y el chico aprecio del lado contrario del que partió; -¿Y… que paso?- dijo la voz. El chico ignoró y volvió a perderse entre el manto oscuro después del faro, para volver al mismo sitio.
-¡Qué es esto!... ¿Es un juego?-
-Esto… esto no es nada, es lo que hay ahora, lo único que ves es lo único que existe, no hay ni vida, ni tiempo, ni muerte ni descanso… solo nada-
-¿Qué?-
Y aquél chico vio que de aquella torre hacia el faro se posaba una lechuza blanca; con solo posarse revivió la luz que estaba apunto de extinguirse.
-La vida y la muerte son misteriosas y confusas; por eso la misma nada es aun más confusa- dijo la lechuza blanca, con esa voz penetrante y titánica.
- ¡¿Cómo puedes hablar?!- Dijo el chico.
- Todo en este lugar es posible; desde que el suelo arda hasta el hablar con el cielo-
La noche comenzó a cargarse más, parecía como si el cielo fuera a venirse abajo; los grillos salían de la escoba a descansar bajo una roca y la luna arrullaba nubes grises.
-No vendrá, te lo puedo asegurar-
-No, el vendrá… no estoy muerto aun solo duermo y él vendrá-
- Si estas tan seguro, ¿Por qué tartamudeas? Es solo un sueño ¿no? –
Comenzó a sentir un vacio en su pecho, a pensar que su vida había sido falsa y sin sentido alguno.
-¿Ahora lo sientes? El amor existe, pero es tan difícil de encontrar en una sola vida-
-Pero dijo que me amaba, dijo que…-
La luna comenzó a despertar de entre las nubes, los grillos sacudían de sus patas sus últimas notas tristes.
- Déjame ayudarte hijo, déjame quien te salve de la muerte eterna; te daré una nueva vida y podrás de nuevo comenzar –
- Para que quiero regresar si no podre… -
- Para eso estoy aquí, para darle una oportunidad a los que buscan el amor o calmar la pena a los débiles de corazón.
El miro la lechuza con sus ojos húmedos; se seco una pequeñísima lágrima que apenas comenzaba a salir
-No, ya no quiero más, no quiero volver a sentir dolor alguno –
- Entonces que así sea… hijo… -
Y la lechuza voló hacia él y con sus patas lo tomo de su cabeza y perdiéndose entre las ramas de árboles oscuros calmo su dolor comiéndose su corazón.
“Siempre es triste cuando ya no quieres volver a intentar”
sábado, 16 de mayo de 2009
miércoles, 13 de mayo de 2009
No *
A veces el dolor y la decepción me desquician entre tantas canciones tontas y luces oscuras. El corazón pasa a segundo plano y llorar no esta permitido aquí… - Tendré que esperar a salir -.
Nunca pude darte aquella carta; esa que escribí con tanto esmero, esa que le puse cosas tontas, cosas lindas y cosas que no puedo decirte frente afrente. Nunca la verás. No tendrá sentido ya el darte algo que probablemente ya ni existe – No tiene sentido ya pensar en él... más aun así…- El pensar es parte de mi existir.
Mojado, arrugado y solo en una esquina; me convertí en la mesa pública del lugar: donde poner envases vacios, ropa sucia y colillas de cigarro. Arrimé mi alma para que no fuera mas pisoteada por sus tacones y zapatos caros; y escupí fuera de mi garganta cerrada la sonrisa que ocupo para trabajar – Ahí estaba de nuevo yo: “Un cuerpo vacio entre luces negras y palpitares sonoros que retumbaban en mi pecho cansado de exclamar -¡Auxilio, auxilio… por favor!”- Incansablemente-
¿Vas a venir? Espero que ya no; me he cansado de verte en cada rostro y en cada persona que quiero creer que eres tú; por segunda vez. Ya me cansé de tener que buscar un motivo par verte el rostro, para sentirme feliz junto a ti – Me cansé de ser feliz contigo… por segunda vez-.
Nunca pude darte esa carta, esa que te escribí esperando ser yo el siguiente en tu grandiosa vida, esperando que un día sintieras lo que sentía por ti infinitamente; esperando que el deseo de que tú tuvieras miedo de hablarme fuera cierto… ya no tengo ni ganas de llorar ¿Para qué? Si nunca lo sabrás; ¿Para qué? Si con el hecho de tirarme en llanto no me querrás; ¿Para qué?
Nunca recibirás esa carta que escribí para ti; donde te daba otra vez mi corazón; donde te suplicaba que me amaras… nunca te podrás burlar de mí, pues nunca la verás. No puedo decir que me amaste (lamentablemente) ni decir que me dejaste por alguien más guapo, más alto, o mejor que yo (lamentablemente) solo podrás decir – Mira, ahí va el que me quería –.
“Mi sangre no fue tu sangre; ni mis labios fueron liga para tu corazón. Mi amor se desboronó una vez más, una vez mas frente a ojos ciegos de espectros inexistentes en esta habitación; mi amor vuelve a ser derrotado ante el silencio de una boca; no llegarás a amarme como yo te llegué a amar”.
Nunca pude darte aquella carta; esa que escribí con tanto esmero, esa que le puse cosas tontas, cosas lindas y cosas que no puedo decirte frente afrente. Nunca la verás. No tendrá sentido ya el darte algo que probablemente ya ni existe – No tiene sentido ya pensar en él... más aun así…- El pensar es parte de mi existir.
Mojado, arrugado y solo en una esquina; me convertí en la mesa pública del lugar: donde poner envases vacios, ropa sucia y colillas de cigarro. Arrimé mi alma para que no fuera mas pisoteada por sus tacones y zapatos caros; y escupí fuera de mi garganta cerrada la sonrisa que ocupo para trabajar – Ahí estaba de nuevo yo: “Un cuerpo vacio entre luces negras y palpitares sonoros que retumbaban en mi pecho cansado de exclamar -¡Auxilio, auxilio… por favor!”- Incansablemente-
¿Vas a venir? Espero que ya no; me he cansado de verte en cada rostro y en cada persona que quiero creer que eres tú; por segunda vez. Ya me cansé de tener que buscar un motivo par verte el rostro, para sentirme feliz junto a ti – Me cansé de ser feliz contigo… por segunda vez-.
Nunca pude darte esa carta, esa que te escribí esperando ser yo el siguiente en tu grandiosa vida, esperando que un día sintieras lo que sentía por ti infinitamente; esperando que el deseo de que tú tuvieras miedo de hablarme fuera cierto… ya no tengo ni ganas de llorar ¿Para qué? Si nunca lo sabrás; ¿Para qué? Si con el hecho de tirarme en llanto no me querrás; ¿Para qué?
Nunca recibirás esa carta que escribí para ti; donde te daba otra vez mi corazón; donde te suplicaba que me amaras… nunca te podrás burlar de mí, pues nunca la verás. No puedo decir que me amaste (lamentablemente) ni decir que me dejaste por alguien más guapo, más alto, o mejor que yo (lamentablemente) solo podrás decir – Mira, ahí va el que me quería –.
“Mi sangre no fue tu sangre; ni mis labios fueron liga para tu corazón. Mi amor se desboronó una vez más, una vez mas frente a ojos ciegos de espectros inexistentes en esta habitación; mi amor vuelve a ser derrotado ante el silencio de una boca; no llegarás a amarme como yo te llegué a amar”.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)