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lunes, 28 de octubre de 2013

De puro amor olvidar.

Final 1

Proyecto de poesía visual.

A.L

viernes, 25 de octubre de 2013

Sobre nubes, vientos y ortografía.

 

Este día tiene más nubes que rayos de sol sobre el cielo.

Hay más viento mortuorio que otros días ¿Por qué? El sabor del café me sabe más a sangre que a café. Me sabe más a olvido que a desayuno; no sabe a lo que debe de saber.

Tengo dos cicatrices en el cuello. Mordidas de vampiros que pasan acosando a los infantes negros: oscuros; más oscuros que las dos de la mañana; más calientes de un comal, más de todo menos vivos, más locos y despedidos de un sol matinal. Tengo dos mordidas de vampiro en el cuello, una en el lóbulo derecho donde quisieron comerme anoche, una más en un pezón afelpado que al pasar la mano resiente el peso de una soledad fría y estancada en un par de palabras que van y vienen sin cansar. Hoy hay más nubes blancas y medias grises porque es otoño, porque hay viento que pasan en bicicleta repartiendo sonetos de hojas secas y uno que otro animal perdido en sus rayos que giran sin parar. Van. No regresan de donde vinieron, se van y no rebobinan, huyen del fantasma de una primavera tiesa y de un verano tormentoso. Regresan a donde no fueron llamados, pasan por los pórticos de los enamorados, por las calles adoquinadas llenas de pedacería humana y también pasan por las caras de huevo de muchos suicidas de closet que, entre su miedo a ellos mismos se masturban con sus filias a baja presión. También temen de morir y dejar de ser suicidas.

¿Por qué se piensa en viento? Por qué sé ser sombra y no murciélago, ser galleta y no bolillo. Escribir cuesta desde encender la pc, hasta golpear un botón sobre una caja negra que no tiene nada de interesante si no hay errores de ortografía; la ortografía es como una filia que me acosa a veces. Sufro de erecciones de quinceañero al leerme y leer ajenos ensayos y párrafos bien formados. Sentir esa caliente redacción, esa lasciva forma en la que algunos hombres arman palabras tan perfectamente buenas, una “h” antes de un hola, una después siempre de una “a” para un ahora, una sensual coma para aclarar ideas gloriosas y una lujuriosa esdrújula para hacerme eyacular. Vivo en un hoyo de gustos retorcidos, en un ir y venir de placeres que, más que extraños son enfermos en un mundo donde aparte que una “k” gobierna la débil mente de jóvenes es la detonadora de corrupciones y fracasos que nunca se van a acabar. Ayúdenlos.

Seguía con los vientos y las nubes, esos vientos y esas nubes– cómo amo el viento- cómo no adorar una tarde atiforrada de nubes hasta por los ojos: ver nubes, vender nueves, comprar, comer, cagar nubes. Medias grises y medias blancas, una mezcla que parece salida de una pintura fallida por Dios. (cabe aclarar plenamente que todo lo que hace Dios es perfecto, hasta sus errores suman una lista interminable de perfecciones a un nivel que no podemos comprender).Si las veo me relajo, me aterro; siento que estoy en un mundo donde ya no tengo que sufrir más por tomar medicinas que me dan un par de miles de respiros más, a costa de que matan lentamente mi hígado y mis riñones y que me hacen obligarme a veces a meterme dentro un plástico para no soltar ese hedor de zombi en proceso. Muero lentamente, muy, muy lentamente, tanto que cualquier positivista diría hasta romperse la garganta que soy uno de los miles de millones de fatalistas suicidas closeteros con a veces arranques obsesivos compulsivos. No soy fatalista ni mucho menos de closet, soy uno más de los fanáticos del buen escribir y de mirar pasar las nubes y el viento sobre una bicicleta.

A.L

jueves, 17 de octubre de 2013

Si mis palabras fueras tú. Para: Carlos Botello.

 

Si el mar fuera mi patria,

nadaría y nadaría son descansar.

 

Si las olas con la espuma espesa y blanca fueran mi vida

yo sería un pez rodeado de paz.

 

Sí, el mar, la paz.

 

Si el aire fuera mi alegría.

Sería mi mente un cometa perdido sin rumbo alguno

vagando por corrientes frescas sobre de tu cabeza canosa.

Si fuera aire.

 

Si mis palabras fueran memorias

yo sería el libro perdido en el jardín de un vida corta.

Nunca leído, jamás encontrado, nunca devuelto.

Tus labios serán los dulces que nunca comería,

tus arrugas las marcas que nunca vería,

las palabras mías serían sólo palabras.

 

Si el mar fuera tu cuerpo

desearía morir entre tus brazos:

rodeado de tus sales y tus espumas, hasta volverme un coral

en tus arrecifes.

Y permanecer ahí jamás irme.

A.L

miércoles, 9 de octubre de 2013

Amores.

 

El amor ésta lleno de energías que no sabemos controlar,

hay veces, en que se vuelve solido, áspero, cubico.

 

Parafrasea un llano intento de parecerse a nuestra realidad,

no puede fingir, no miente. Sólo intenta.

Vaga sobre los humos densos del tabaco a media noche,

se hunde sobre copas. No sabe en donde acaba el límite,

no tiene límite.

 

Hace hoyos en los que se refugia de las estampidas,

no sufre de edades, ni de épocas.

Continúa el largo y pesado calvario de ser, y no ser:

llora cuando no lo es, sufre cuando es demasiado.

También, no sabe nadar.

 

Se deja ser atraído por los menjurges de la canela y el mezcal.

Hace baile sobre los almendros, y en las noches de lluvia

serenaen algunas ventanas deja una briza fresca, nada más.

No puede de más.

 

Asila cardúmenes de idiotas,

les da de comer letras pomposas y rimas mal caligrafiadas.

Intenta lo imposible – como madre abnegada – de hacerles alas.

Pero ellos no saben volar; sueñan.

Cabalgan en gatos por la medianoche buscándolo

desesperadamente, en inhóspitos cuartos

de neón, humos caldosos y flagelantes almas.

 

Imposible de encontrar, inocuo, inaceptado.

Se lamenta por no tener corazón para quedarse.

El amor abandona cualquier caja de plomo y chocolate.

No sabe de amar a los que lo aman,

putea sin remedio sobre calles húmedas y recién adoquinadas.

 

Intenta.

 

El amor es el único sentimiento que no puede consigo mismo:

busca salidas por las ventanas, en sogas, en plomos y navajas.

 

El amor, por lo cual, ya no es merecedor más

de ningún otro ritual sobre una cama.

Hay veces en las que se duerme por culpa de una resaca;

Excitado por su fiebre de los veinte

Y luego, se hunde en una crisis por los cuarenta.

 

El amor no tiene rosa pastel por ningún lado.

Se viste de negro para batirse entre las sombras

Anda por pabellones con espada de oro y a veces de plata.

No quiere pelear, sólo mata.

A.L