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miércoles, 9 de octubre de 2013

Amores.

 

El amor ésta lleno de energías que no sabemos controlar,

hay veces, en que se vuelve solido, áspero, cubico.

 

Parafrasea un llano intento de parecerse a nuestra realidad,

no puede fingir, no miente. Sólo intenta.

Vaga sobre los humos densos del tabaco a media noche,

se hunde sobre copas. No sabe en donde acaba el límite,

no tiene límite.

 

Hace hoyos en los que se refugia de las estampidas,

no sufre de edades, ni de épocas.

Continúa el largo y pesado calvario de ser, y no ser:

llora cuando no lo es, sufre cuando es demasiado.

También, no sabe nadar.

 

Se deja ser atraído por los menjurges de la canela y el mezcal.

Hace baile sobre los almendros, y en las noches de lluvia

serenaen algunas ventanas deja una briza fresca, nada más.

No puede de más.

 

Asila cardúmenes de idiotas,

les da de comer letras pomposas y rimas mal caligrafiadas.

Intenta lo imposible – como madre abnegada – de hacerles alas.

Pero ellos no saben volar; sueñan.

Cabalgan en gatos por la medianoche buscándolo

desesperadamente, en inhóspitos cuartos

de neón, humos caldosos y flagelantes almas.

 

Imposible de encontrar, inocuo, inaceptado.

Se lamenta por no tener corazón para quedarse.

El amor abandona cualquier caja de plomo y chocolate.

No sabe de amar a los que lo aman,

putea sin remedio sobre calles húmedas y recién adoquinadas.

 

Intenta.

 

El amor es el único sentimiento que no puede consigo mismo:

busca salidas por las ventanas, en sogas, en plomos y navajas.

 

El amor, por lo cual, ya no es merecedor más

de ningún otro ritual sobre una cama.

Hay veces en las que se duerme por culpa de una resaca;

Excitado por su fiebre de los veinte

Y luego, se hunde en una crisis por los cuarenta.

 

El amor no tiene rosa pastel por ningún lado.

Se viste de negro para batirse entre las sombras

Anda por pabellones con espada de oro y a veces de plata.

No quiere pelear, sólo mata.

A.L

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