Vivimos en una alcantarilla.
Bajo la luz pálida de una sociedad mal bien parida
por seres supraterrenales.
Vivimos bajo una sociedad que nos mira como seres
Inocuos y extraños vegetales parlantes; anegados
en un idioma que ellos no saben entender.
- nos vemos obligados a hablar su mismo idioma
a amamantarlos con nuestros senos de unicornio.
A mitigar sus errores y ayudarlos a prosperar.
Y creen estúpidamente que fue por gracia de ellos.
Y nos arrojan a la peste y muchedumbre de sus desperdicios
Cuando ya no somos útiles para ellos.
Nos autocomplacemos relacionándonos con ellos;
Tenemos sexo con sus hembras y sus machos
Por placer; y pocas veces:
Para perpetuar nuestra especie.
- nosotros, páramos brillantes.
Tenemos que rebajarnos a procrear con sus machos
Porque entre nosotros
Nuestros cromosomas no arrancan vida.
Vivimos bajo el zapato que hicimos,
Dentro es vestido que tejimos,
sobre el lienzo qué pintamos
Entre las palabras que decimos y escribimos.
nos adornamos con nuestras prosas
colgadas al cuello; nuestros sonidos, texturas;
nuestras fotos; engrasadas
con joyas y el oro más puro.
Y todavía así nos olvidan.
Somos miserables en este mundo
al ser casi Dioses, cánones de curso de su vida.
Y cuando nos quedamos sin aire para volar
se nos caen las alas; y ellos son grises.
Buscan otros como nosotros urgentemente.
porque no tienen cómo sobrevivir.
Nos violan como flores alquiladas,
nos chupan hasta sacarnos los huesos
y nos dejan flacos, locos y olvidados.
Lo que no saben ellos
es que somos inmortales:
Que en cada paso que dan,
en cada esquina que cruza,
en casa vuelo, en cada libro
en cada pista, cuadro, pan o letra que ellos
comen. Nos comen a nosotros
nos alaban silenciosamente
y revivimos por entre las cenizas:
como un fénix rojo y calcinante
como alas de fulgor que jamás
ellos podrán imitar.
A.L
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