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sábado, 7 de marzo de 2015

Bajan, por favor.

 

Qué es lo único que queda de esta noche.
Esta noche.
Solo esta.
Sí, lo único que nos queda.

Los dos se besaron lentamente mientras uno le sembraba una mano en la mejilla.

T, se apartó, pegó su boca en la mejilla de O y se pausó por un lapso desconocido, y T se dejó transformarse en un objeto donde O solo podía poner su boca, sobre su afeitada mejilla.

Y qué pasará luego de esta noche.
Saber.
Y qué pasará si no hay más.
Pues no podremos hacer más.
¿No?
No se puede pelear contra fuerzas que uno no ve y no sabe cómo se mueven…
Deja de decir estupideces.
Sí.
Bésame.
Bésame tú.

Y al mirarse a los ojos, parsimoniosamente juntaron sus labios y se besaron con toda la tranquilidad que un microbús pueda ofrecer justo antes de que T haya bajado y desaparecido tras la puerta hidráulica y dejar solo a O junto a esa escasa gente que cobró vida luego de esos escasos segundos en que el mundo les valía una reverenda pisca de sal.

A.L

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Barbaro, muy bueno.

Anónimo dijo...

Què barbaro, muy sensillo y bueno.