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miércoles, 1 de mayo de 2013

Una tarde más.

 

Para comenzar tratare de explicar brevemente de lo que narran estas palabras.

¿En alguna ocasión se han preguntado cosas quizás respuestas no logran encontrar tras tres horas en un bar? Preguntas de las cuales llegas a creer que no hay un posible respuesta – o quizás, real-. Es en ese preciso momento en el cual se desarrolla esta narración: en el buscar respuestas de preguntas tan simples y a la vez tan complejas para un cierto tipo de persona. No estoy hablando solo de ti o de mí; hablo de las personas en general, de todos nosotros en el punto exacto en el que nos preguntamos ¿Qué es lo que voy hacer ahora?

Leer o ver televisión; escribir o dormir en una tarde calurosa. No hacer nada es hacer algo – porque por eso se define el término a la nada; porque es parte de algo-. Así me dispuse a buscar ese que hacer en mi mente: pensé en salir a tomar un café o, ir más tarde por un trago. Cruzo por mi mente el hecho de salir y capturar la tarde con mi Cannon para dejarla olvidada en la carpeta correspondiente al día, en la carpeta de fotografías de menú raíz. Agradezco esa indecisión que me caracteriza siempre pues, la tarde estaba tan sínicamente olvidada de inspiración que hubiera sido un estorbo cargar la cámara que no iba usar.

Así que camine; convertí el mundo que me rodeaba en una escena a mi placer: oyendo lo que quería oír, viendo lo que quería ver; sintiendo lo que mis manos querían sentir en el momento en el que ellas quisieran. Y comencé a desenmarañar la media espesa que envolvía mi mente en ese poco atractivo atardecer.

Me llene de los textos que yo quería, a mi mente llegaron hermosas y monstruosas palabras filosóficas que por las cuales me arrepiento el no haber llevado algo donde escribirlas. Quizás su destino era el nunca llegar a ser oídas por alguien más que no fuera yo. Fueron esas frases e amor, de reflexión, de banalidades tan comunes que se disolvieron en el fresco viento de las siete de la tarde. Soñé mientras caminaba, mientras cantaba y vagabundeaba por el cielo gris. Pensé entonces ¿Qué era lo que necesitaba hacer? Que miedos eran los que no me permitían moverme en aquel cuarto el cual muchas veces repique que era el lugar donde quería morir.

Y llegue a una conclusión que más que obvia era infinitamente simple; pero que en algunos casos es invisible. Es ir a done quieras, hacer lo que puedas, comer, beber, amar, sentir y remendar lo que puedas, es andar y en muchos casos, sentarse a descansar; es comenzar a sentir que el no hacer es parte de hacer algo y que todo en algún momento tiene su razón de ser.

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