Mientras caminaba hacia casa con mi madre; por la calle ya oscura me puse a preguntarle un par de cosas que sonaron un poco extrañas. Quizás porque ella no supo que responder o porque la respuesta era una negativa.
Después de eso me puse yo a analizar lo que pregunte y al no encontrar una respuesta grata decidí redactarlo para no olvidarlo, o al menos para tratar de organizarlo mejor ¿Qué es la felicidad? A un hombre de cierta edad ¿Qué le hace feliz? Se me vinieron muchas cosas: el sexo, el dinero, el poder, la fantasía. Pero luego recordé una cosa; recordé que la razón por la que caminábamos a esa hora era por querer ver a mi tío, al cual no pudimos ver y mejor nos regresamos; ahí fue donde pregunte a mi madre si acaso ella sabía si él era feliz y que era lo que lo hacía serlo. Vivir más de cincuenta años fingiendo alguien que no es, teniendo una vida dentro de una habitación; olvidado, lleno de polvo entre cajas de viejos casetes y películas pornográficas de los 90´s. Y recordé la única cosa que le hace feliz a un hombre viejo: son los recuerdos. Las viejas y amarillas fotos donde aquel cuerpo sin arrugas resplandecía de juventud y que aun sobre capas de polvo y lagrimas evaporadas podía apreciarse la sonrisa de aquella joven, las carcajadas de esos muchacos, el brillo en los ojos de cada rostro, de cada escena, de cada recuerdo.
El hombre vive para eso, come de eso, se calza día tras día de ellos; los va recogiendo en cada esquina donde dobla, en cada lagrima que deja muerta en su palma; incluso si es muy afortunado: en cada piedra de arrojo contra un enorme charco de agua formado por aquellas lluvias de su niñez donde que importaba nada, sólo disfrutar, vivir, reír y lanzar piedras a los charcos para después ver como las luciérnagas cubrían los arbustos en el arroyo y creer que eran seres mágicos.
A los cincuenta y tantos años de mi tío homosexual, que reprime sus dolores el solo en un cuarto y a mí; a mis veinticinco años, a mi estado vital de salud que es mi amante perpetuo y el tercer punto en mi triangulo de amor con la soledad, los recuerdos compañeros míos les juro por mi manos y mis labios que los recuerdos vivirán más que su joven y promiscua piel.
A.L
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