Cuando ya no hay diferencia entre el cielo y la tierra,
las alas del reactor voraz.
Las cordilleras perdidas arriba y abajo.
La desesperación de no caminar ni flotar.
No hay.
No habrá.
Ni existe ni existirá.
Mas no arriba, más abajo,
donde escaldado por lágrimas cortaras verduras negras.
Mas no abajo; arriba.
Tu vagina sacaras a orear.
Lagrimal menstruoso desbordará su ira en el arrabal.
Llora entonces, con o sin vagina para murmurar:
“Donde pisas hoy y siempre”.
Siempre será igual.
A.L
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