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martes, 29 de septiembre de 2009

Cap. II.- La Lechuza de acero y deseo del hombre de vivir eternamente.

ave 201

¿Qué es? ¿Es un deseo o un anhelo? Es querer ser dios o superarlo. Sea lo que sea el hombre lo ha buscado desde siglos y siglos y al fin que lo ha logrado – que ironía. Ya el hombre no es hombre, ni mucho menos un Dios.


Carlos abrió los ojos de un golpe y comenzó a tragar aire por la boca; era ya desde hace mucho tiempo que no usaba sus ojos y aquella luz pálida sobre él era tan fría y pesada que sus ojos comenzaron a llorar.
-    ¡Da...bla!.. tablee de lo re...sss


Trato de levantarse sobre sí mismo, pero sus manos y pies estaban tan débiles que cayó al suelo y comenzó a vomitar un líquido amarillo tan amargo como su primera muerte; del otro lado del espejo “ellos” miraban atentamente.
-    El sujeto ah comenzado a desechar el liquido tensor, comienza a desechar liquido encubador.
-    Perfecto.


El se retorcía sobre el suelo blanco, entre las substancias amargas y calientes que salían de él. Después, perdió el sentido.
Hace mucho tiempo (decía el tal llamado KL27) cuando aun el planeta estaba en fase de evolución; una época productiva del mundo: Internet, tecnología satelital, experimentos con la clonación y ese deseo vehemente del hombre primitivo de la vida eterna. En ese entonces el mundo también era un caos, no sabían controlar sus recursos, desperdiciaban fuentes, mataban fuentes, desconocían fuentes de vida, de energía, de razón – y se decían ser animales pensantes.
Pero aun existía un grupo de personas, una minoría que pensaba de otra forma: científicos, políticos, expertos en materias importantes que eran casi desconocidas en ese mundo imperfecto; Fue hasta el tsunami de 2012 que azoto las costas de Asia, el siniestro terremoto que destruyo  parte de América, cuando el mundo tuvo su nuevo comienzo.
-    ¿La “VIDA”?
-    Así es. El fruto de años, de recursos, de mentes dispuesta a tratar de llegar a la perfecta evolución… la basura que nos hiso lo que ahora somos… perfectos imperfectos.

“¿Estoy? ¿Dónde estoy? Creí que había muerto; estaba muerto, y si lo estoy ¿Dónde estoy?... Es extraño, no recuerdo mucho de lo que fue de mi antes de… ¿de qué?... ¿Qué fue lo que paso?... Creer mirar de nuevo es cansado y hermoso a la vez.”
Se levantó de la cama blanca, y comenzó a respirar de nuevo; miró sus manos – mis manos… las veo de nuevo. De un lado había una pared blanca acolchonada; del otro lado un pequeño buro de madera y el respaldo de la cama, detrás una puerta negra y en frente un gran espejo que cubría toda la pared. El se levanto y camino despacio hacia ella. Su cuerpecillo estaba tembloroso, delicado, recién echo nuevamente como que se escucha redundante; sostenido por esas piernitas que caminaban como bebe aprendiendo a andar; su playera de manga larga blanca era como 2 tallas mas grande, no era muy grande pero le cubría sus manos. Se acerco al espejo gigante y lo comenzó a palpar, a olerlo, a sentirlo –  Frío, esta frío…
-    Está intentando hablar señor.
-    Perfecto; parece que se va recuperando muy rápido.

“El pájaro de fuego Cap. II. … Era para mí, lo sabía”
Me sentía hecho para él; la forma en la que me miraba, los días que pasaban frente de él, los días que vivía con él, los que dormíamos juntos y los que pasábamos despiertos solos, separados el uno del otro. Me dijo una vez – Te amo. Y no supe que decirle, solo lo abrasé fuerte y lo besé, lo besé como nunca lo había besado; supo amarme tal como era - ¡Sorprendente! Era como un  sueño dentro de otro sueño, como una fantasía hecha realidad en un cuento - como si se hiciera realidad en lo que estoy escribiendo.

Viví mi mundo aquí, en cada palabra, en cada frase, en cada centímetro de la libreta roja que tanto me ha visto alucinar en silencio bajo la puerta de algún lugar extraño. Todo lo que quería, todo lo que necesitaba estaba aquí, conmigo, en mi libreta, en mi mente, en mi cuerpo: el mundo que tanto anhelaba, el éxito, el reconocimiento, el triunfo de esos sueños eternamente inalcanzables, e incluso a él; lo tenía aquí, entre mis brazos, entre las hojas cavadas de mi vida, era él y para mí él era él, el único, el magnífico, el poderoso ser que hacía que todo dolor en mi no existiera, que el mundo real fuera solo una caricatura y mi mundo fuera el real; mi mente - ¿Qué era eso?. Era mi mundo, mi vida, vivía yo dentro de mí y nadie más existía, era yo solo y para mi solo, era yo y yo, mi otro yo, y él, - él vivía aquí, si, lo hacía, él, él, él…
Re cobijado en mi cama escuchaba la suave brisa de los árboles; se podía ver por la ventana como el viento golpeaba esas ramas oscuras; la tarde se iba lenta sobre el viento, las aves se acurrucaban espantadas esperando no ser devoradas por la tarde. Dzahuindanada estaba recostado a un lado mío, dormía pacientemente. Mientras yo escribía esto – aun no se cual es la razón por la que lo escribo, pero no puedo evitar no hacerlo.  Quizás algún día cuando muera alguien pueda leer esto.
Volaba con él y sobre de él; éramos dos aves libres que planeaban cielos conocidos, cielos extraños y llenos de nueves blancas – eran ahora blancas. Solíamos picotear el tronco de los árboles y dormir juntitos, sintiendo como el calor de uno se ardía dentro del otro. Él era un halcón y yo una lechuza, valiente y solitario, oscuro y misterioso. Solíamos volar entre los mares sosteniendo nuestras alas en el aire, planeando, surcando kilómetros de bastos pastos negros, quemados y arrepentidos; nos reíamos, no necesitamos más comer de esos pastos; nos manteníamos vivos por nosotros solos;  “él un halcón de oro y yo una lechuza de acero – dura y fría… no soportaba más mi propio peso… no más”.


KL27 leía atentamente sobre su pantalla aquellas líneas del libro. Detrás del espejo, el chico caminaba de un lado a otro murmurando cosas, cosas sin sentido, volviendo a aprender a hablar. Dentro de ahí la estática era aun más sonora, sonidos de radio y de trasmisiones chocaban uno con el otro. El chico se pegó más y más al espejo y dejando de murmurar pregunto perfectamente sorprendiendo a todos “esos” detrás del espejo.
-    ¿Quiénes son ustedes?


KL27 atónito comenzó a temblar – Habló… ¡Habló de nuevo! Se levantó y se acerco al espejo; sus dos metros de alto lo hacían parecerse una gran torre blanca frete de aquella mancha rezagada detrás del espejo.
-    Démosle la bienvenida, activa el traductor.


Comenzó a acariciar el espejo y tratar de ver detrás de él, hasta que escuchó una terrible voz penétrate, estruendosa y “como de trueno”; monstruosa, tal como las voces en aquellas películas donde habla el demonio. El chico calló asustado en el suelo y comenzó a arrástrese a la cama. Su rostro pálido se puso a sudar frio y a tomar un aspecto de horrorizado.
-    Hola Juan Carlos… bienvenido al Infierno.


La vida eterna. El deseo del ser humano inacabable; ahí esta ahora, el resultado. Me veo revuelto entre miedo, terror y angustia, llegué a la vida eterna en el lugar que nunca quise pisar.

continuara negro2

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