Carlos tomo del mueble de madera al lado de su cama, las llaves de para la puerta de su casa y salió; iba caminando, a paso tranquilo, pero con el corazón tan al borde de la emoción que pareciera como si fuera un motor de una nave espacial. Estaba feliz, era evidente:
Las nueves corrían lentamente para el dibujando su nombre
en la estela que dejaba en el cielo color hueso; eso parecía.
Las ramas de los árboles, las hojas verdes y las hojas marchitas.
Reverdecían y morían para él.
Y el cemento de la calle saca su mejor brillo para sus pasos esta vez.
Que importaba algo:
- Todo-.
Que era todo:
- El mundo-.
Y el cielo regalo una fresca lluvia para celebrar el ingente día.
La tierra húmeda, la vida hirviendo en los abrazos y en los besos,brotando, en plena ebullición. La vida no está a acabada.
Sólo comienza en cada nuevo respirar.
AL.
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